Mirando sobre las nubes
Viviendo sobre las nubes.
Luego de pasar varios años residiendo en Moraspungo, al fin me envalentonaba a subir a la parroquia matriz del cantón Pangua, El Corazón; en algunas ocasiones en la noche había observado desde la zona baja esas luces en las alturas, me intrigaba conocer pero no me atrevía a hacer el viaje.
Al fin como ya lo mencione, estaba viajando en un vehículo tipo ranchera en una tarde muy fría, yo apenas acostumbrado a ese clima, de pronto el carro hacía esfuerzo en subir por la carretera lastrada, y miraba asombrado como una señora muy oronda cabalgando en un burro nos adelantaba sin mucho esfuerzo, bueno definitivamente pensé que más rápido hubiera sido viajar en burro.
Poco estaba en mi imaginación la hermosa experiencia que viviría al día siguiente, sin embargo el incesante frío que sentía me animaba a no regresar nunca por esos lares, mucho más cuando al anochecer la neblina cubría el pueblo, donde todos se encerraban en casa muy temprano.
Esa noche dormí por invitación en la casa de la familia Toapanta, por supuesto en unas habitaciones de la terraza, el cruel frío era suficiente motivo para no salir de la habitación y cobijarme para tratar de dormir.
Al día siguiente muy por la mañana me levanté para mirar el pueblo, pero quede muy maravillado por el espectacular paisaje que nunca antes había visto, hacía la zona baja se extendía cual colchón de espumas muy apacibles las nubes, no se veía nada, todo era blanco como la nieve, no tenía ni una cámara para obtener una prueba de lo que mis ojos veían, por mi cuerpo recorrió un estremecimiento, me imaginé correr por encimas de esas nubes, era maravilloso verlo desde una terraza de una casa, era algo que solo se podía ver cuando subes a un avión, definitivamente estaba encantado.
Así es como muchas personas que vivimos en las zonas bajas costera nos llegamos a sentir cuando arribamos a El Corazón.
Desde luego regrese y siempre con esa idea de volver a observar ese manto blanco tendido sobre los pueblos bajos, y cuando conocí los atardeceres me llegó a encantar este pueblo, con el tiempo me acostumbré a mirar cada mañana ese espectáculo de la naturaleza, sin embargo muchos siguen siendo asombrados por los atardecer y amanecer de Pangua.
Los pangüenses están acostumbrados a este tipo de espectáculo, sin embargo es una experiencia inolvidable para los visitantes que nunca han visto un amanecer o atardecer muy singular.