Tenía que ser mujer para tener ese don de los seres privilegiados, que les permite abundar en amor y bondad,
para así llenar de dicha el hogar proveyendo de paz y tranquilidad a los suyos.
Tenía que ser mujer para tener la virtud de organizar día y noche todas las tareas que son su responsabilidad y que genera confianza de quienes guardan la esperanza de un mañana mejor.
De las mujeres se pueden decir muchas cosas bonitas, sin embargo no siempre será suficiente para abarcar tantas virtudes que son naturales en el género femenino. La mujer puede llegar a ser una empresaria exitosa, una luchadora de grandes batallas, decidida, minuciosa, una buena esposa, una buena madre, compañera, amiga, una buena confidente, consejera, estás son solo unas cuantas facetas que caracterizan a una mujer.
Las mujeres pueden cumplir con varios roles al mismo tiempo y aún reservar energía para momentos apremiantes donde se necesitaría de ellas, por ejemplo una buena madre puede estar muy cansada y sin embargo a media noche levantarse de su cama para observar a su hijo si está delicado en su salud, puede llegar del trabajo y luego de un día agotador, dedicar tiempo a la cocina y preparar los mejores platillos solo con el deseo de satisfacer el hambre atroz de sus hijos.
Cuán importante es reconocer el papel que desempeñan dentro de la sociedad y como esta se beneficia de su gran y enconada labor.
Tenía que ser mujer, para erigirse como uno de los seres más maravillosos que nuestro creador nos ha dado.
Tenía que ser mujer para con su sonrisa calmar nuestra ansiedad y darnos la tranquilidad que nuestras vidas necesitan.
Tenía que ser mujer para enredarnos en sus encantos y dejarnos perplejos con sus travesuras.